Cuando nos desanimamos, Dios nos alienta a continuar, y no retroceder. El desanimo aparece cuando perdemos perspectiva del plan de Dios, y empezamos a distraernos con los problemas y dificultades que aparecen en el camino. Así que cuando nos sentimos desanimados debemos ajustar la mirada y fijarla en la meta que Dios ha puesto delante de nosotros.
Por lo tanto, es importante que dejemos de concentrarnos en las cosas de este mundo y empecemos a darle prioridad al plan de Dios, sabiendo que Dios ha trasado una meta a la que debemos llegar, pues tenemos un supremo llamamiento en Cristo Jesús.
Entonces cuando sintamos desanimo, tenemos que ampliar nuestra visión, no quedarnos cortos con lo que nuestros ojos físicos ven, sino saber que Dios tiene algo mayor y que cumplir su plan trae recompensa para nuestra vida. “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” Apocalipsis 22:12.
Versículo: ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Salmo 42:5
Confesión: Alabo a Dios quien me salva del desanimo. Ajusto mi visión sabiendo que mi recompensa viene de Dios. Me enfoco en la meta que Dios me ha trasado y no dejo que los obstáculos me detengan pues soy más que vencedora en Cristo Jesús.
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