En la vida llegan momentos de confusión, circunstancias que no sabemos cómo enfrentar ni cual camino tomar. En esos momentos es cuando más debemos depender de Dios, pues Él no es un Dios de confusión sino de paz. La confusión genera desorden en nuestra alma, y la única solución es clamar al Señor por ayuda para que Él ordene nuestra vida, de claridad a nuestra mente y traiga paz a nuestras emociones.
Entonces, debemos pedirle sabiduría a Dios, pues él la da en abundancia para que evitemos actuar acorde a las circunstancias, sino conforme a lo que dice nuestro Dios, quien está dispuesto a ayudarnos siempre. Él es nuestra guía, y quien dirige nuestros pasos, así que cuando la confusión llegue debemos resistirla y entrar en un tiempo de búsqueda intensa del Señor, hasta que su paz inunde nuestro ser y él nos de claridad en cuanto a lo que debemos hacer.
En esa búsqueda del Señor, debemos darle prioridad a su palabra, pues en ella está la dirección para cada circunstancia. “Lámpara es a mis pies tu palabra, lumbrera a mi camino.” Salmo 109:105. La palabra de Dios nos da claridad, para que nuestros pasos se mantengan por buen camino y en él permanezcamos seguros.
Versículo: Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos. 1 corintios 14:33
Confesión: La confusión no viene de Dios, me resisto a sentirme confundido, me propongo depender de Dios, aferrarme a su palabra, él es mi paz, y en él encuentro claridad.
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