El corazón del justo piensa bien antes de hablar; la boca de los perversos rebosa de palabras malvadas. Proverbios 15:28
Los que me conocen saben que suelo ser de muy pocas palabras, la razón básicamente es porque soy tímida, y si no estoy en confianza me cuesta entablar conversaciones.
Sin embargo, cuando estoy con personas cercanas, sí que suelo hablar un poco de más. De hecho, después de esos pocos momentos en los que hablo mucho, me pongo a analizar lo que dije y comprendo por qué la biblia nos enseña a no apresurarnos a hablar.
Ya que luego de conversar sin haber pensado bien, me doy cuenta que dije cosas que pudieron herir a alguien o quizás dije algo que pudo molestar a los demás.
Por eso básicamente, la biblia nos invita a analizar bien lo que vamos a decir. Puesto que nuestras palabras siempre deben edificar a otros. No se trata de que no hablemos ni nos expresemos, se trata de que lo hagamos en amor, pensando en el efecto de nuestras palabras en los demás.
Las palabras traen vida o muerte
Recuerda que el poder de la vida y la muerte está en la lengua. Nuestras palabras tienen un fruto, el cual puede ser amargo o dulce. De modo que analicemos nuestras palabras para hablar vida y no muerte.
Además, recuerda que nosotros somos embajadores del Reino de Dios en la tierra. Entonces, nos corresponde representarlo bien, y una de las maneras más claras es hablando las palabras que él habla. Recordando que cada conversación es una oportunidad para presentarle a Dios a los demás.
«Procuren que su conversación siempre sea agradable y de buen gusto, para que den a cada uno la respuesta debida.» Colosenses 4:6
Oración: Amado Dios te doy gracias por tu palabra que me enseña, me instruye y me corrige. Ayúdame a pensar bien antes de hablar, y a que todas mis palabras sean de edificación para los que me oyen. Perdóname si he hablado de más y ayúdame a corregir mi manera de conversar con otros.