Los celos son más peligrosos que el enojo

El enojo es cruel, y la ira es como una inundación, pero los celos son aun más peligrosos. Proverbios 27:4

En devocionales anteriores hemos visto el peligro de dejarnos llevar por el enojo y la ira. Sin embargo, hoy este proverbio nos señala que existe algo aún más peligroso y son los celos.

Y es que como humanos tendemos a ver lo que otro tiene, y lo que a nosotros nos falta. Muchas veces no vemos lo que tenemos, sino lo que deseamos y otros tienen. Lo cual es peligroso en muchos sentidos.

En primer lugar, los celos te ponen en un lugar de ingratitud. Porque en vez de agradecer a Dios por lo que tienes, de cierta manera le “reclamas” por lo que otro tiene y tú no. Al mismo tiempo, esa ingratitud te lleva a la amargura y frustración por desear cosas que no te pertenecen.

En segundo lugar, los celos estorban el propósito que Dios tiene contigo. Esto lo podemos ver con el apóstol Pedro, Jesús tuvo que corregirlo porque estaba, de cierta manera, mostrando celos por Juan. Así que Jesús le dice: “—Si quiero que él se quede hasta que yo venga, ¿qué tiene eso que ver contigo? ¡Tú sígueme!”

Que no te importe lo que los demás tienen o como Dios los está usando. Tú concéntrate en Dios y en su propósito perfecto con tu vida. No te distraigas mirando las bendiciones de los demás céntrate en lo que Dios te ha dado y agradece lo que has recibido de él.

En tercer lugar, los celos son supremamente peligrosos porque causan que las personas hagan toda clase de mal. Desde calumniar a alguien hasta matar a alguien para obtener lo que es suyo.

Por eso no podemos permitir que los celos nos dominen. Si somos tentados a envidiar a otro, detengamos ese sentimiento. Nosotros no somos dominados por las emociones, así que no dejes que los celos hagan morada en tu corazón.

“Pues donde hay envidias y rivalidades, allí hay confusión y toda clase de mal.” Santiago 3:16

Oración: Amado Señor, gracias por lo que he recibido de tu mano. Agradezco porque me has bendecido y no necesito envidiar a los demás. Gracias porque tu guardas mi corazón y yo tomo la decisión de no tener celos de los que me rodean. En el nombre de Jesús, amén.

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