Los que encubren sus pecados no prosperarán, pero si los confiesan y los abandonan, recibirán misericordia. Proverbios 28:13
El arrepentimiento es una doctrina básica del cristianismo. De hecho, Jesús inició su predicación anunciando que la gente se arrepintiera, pues el reino de los cielos se ha acercado.
Es más, lo que nos da entrada al reino de Dios es reconocer a Jesús como el Señor y salvador de nuestra vida. Y para esto es indispensable que haya un arrepentimiento sincero en nuestro corazón.
Ese arrepentimiento implica reconocer que vivíamos apartados de Dios, viviendo a nuestra manera y sin tener en cuenta al creador. De manera que cuando aceptamos nuestra condición, implícitamente aceptamos que sin la obra de Jesús estamos perdidos.
Por otra parte, cuando hablamos de arrepentimiento, no podemos enfocarnos solamente en ese primer acercamiento que tuvimos con el Señor. Sino que también debemos vivenciarlo en nuestro vivir diario.
Sin embargo, esto no significa que vamos a vivir bajo culpa. Porque ya Jesús pagó y limpió nuestro pecado. Pero lo que sí significa es que cuando sepamos que hemos fallado en algo, debemos ser prontos para arrepentirnos.
Y es precisamente eso lo que nos enseña el devocional del día de hoy. Como cristianos no debemos ocultar nuestras faltas, sino que debemos reconocerlas, y pedir perdón. Pues esto hace que se restablezca la comunión con el Padre y podamos crecer de manera continua en el Señor.
“HIJITOS míos, estas cosas os escribo, para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” 1 Juan 2:1
Oración: Padre te doy gracias porque cuando reconocí mi pecado, tú me perdonaste y me limpiaste de toda maldad. Ayúdame a permanecer humilde y reconocer cuando necesito a repetirme.
¡Dar es mejor que recibir! Da clic aquí para aportar en este ministerio. Toda donación será usada para mejorar los equipos de Abundante Vida en Cristo y llevar el evangelio a más personas.