La carne es la parte de nuestro ser que debemos sujetar al espíritu, pues aún tenemos un cuerpo natural que es atraído por cosas que no le agradan a Dios. La biblia enseña que donde hay inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y hechicería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, desacuerdos, sectarismos y envidia; borracheras, orgías y otras cosas parecidas, la carne está siendo manifestada.
Pero nosotros que estamos en Cristo, tenemos un espíritu nacido de nuevo que está unido al Señor, y gracias a eso podemos sujetar la carne a la nueva naturaleza que es conforme a la imagen de Jesús. De manera que cuando nos damos cuenta que las obras de la carne están siendo manifestadas en nosotros, tenemos que hacer ajustes y sujetar la carne.
La manera más sencilla de hacerlo es llenándonos del espíritu. “Porque el que siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción, pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.” Gálatas 6:8. Cultiva tu relación con Dios, pasa más tiempo en oración y en la lectura de su palabra para que así tu espíritu este más fuerte y sea él quien domine tu vida.
Otra práctica importante cuando la carne se levanta es el ayuno, pues a través de ayunar, privamos a la carne de lo que le agrada, haciéndole saber que quien manda en nosotros es Dios y no ella. “Más bien, revistámonos del Señor Jesucristo, y no busquemos satisfacer los deseos de la carne.” Romanos 13:14.
Versículo: Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Gálatas 5:24
Confesión: Yo pertenezco a Cristo, mi carne está crucificada, yo la sujeto al espíritu y no dejo que me domine, yo alimento mi espíritu y me mantengo llena para permanecer revestida de Cristo.
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